RENTA BÁSICA UNIVERSAL




Actualmente, la cultura o estilo de vida nos incita a tener éxito y a ser productivos, como si no fuese ya difícil o casi un milagro, solamente vivir.
La educación busca tallar y formar personas útiles, para que se sostenga el engranaje del sistema que padecemos y nadie recuerda haberlo elegido,  simplemente nos viene impuesto desde que nacemos.
Defino como útil, a la persona que aporta valor añadido a la maquinaria que conforman el motor del capitalismo. Siendo un combustible adecuado, sin tener en cuenta la característica que nos identifica: humanidad. Por lo tanto, llegando a fomentar la destrucción personal a favor de la construcción y la estabilidad económica.
Me preguntó: ¿qué nos diferencia a la sociedad, de una explotación ganadero-láctea intensiva?
Pues que las reses se encuentran encerradas en celdas limitadas durante gran parte de su vida, siendo alimentadas con el único propósito de generar riqueza. Desterrandolas de su entorno natural, y condenando su existencia a la productividad.
Claro que nosotras no nos encontramos en un establo automatizado y robotizado, ni mucho menos, por favor. Estamos en un cómodo edificio, fabril o de oficinas, trabajando al menos 8 horas al día, para obtener la compensación al final de mes (transformable en: alimentos, productos y servicios) al cumplir los objetivos como única variable descriptiva de nuestro esfuerzo.
Al menos, no tenemos unas ventosas succionando de nuestros pezones, aunque existe un peculiar vínculo invisible con nuestro ordenador o máquina de trabajo, que nos une a modo de cordón umbilical,   alienandonos. 

Curiosamente en un territorio marcado por el liberalismo económico, Silicon Valley, resurge la idea de renta básica universal (RBU), que hasta el momento, había sido un postulado reservado en la izquierda. Aunque su defensa parte de diferentes caras del mismo prisma, lo cierto es que su viabilidad y probabilidad de implantación es de las más altas de la historia. Sea por la robotización del mercado laboral, redistribución de la riqueza, mantenimiento del neocapitalismo, extinción de la pobreza extrema (no de la desigualdad),...

Federico Pistono defiende la existencia de una renta básica universal e incondicional (no vigilada por el Gobierno),  para que cualquier ciudadano pueda vivir dignamente sin verse atado a un empleo que le haga pagar las facturas. En este contexto, según él, cada ciudadano podría dedicarse a lo que realmente le proporcionase una satisfacción y fuera útil para el resto de la sociedad, desde otra perspectiva a la actual.
De este modo el desembolso de la prestación por desempleo y otras ayudas desaparecerían para dar paso a esta iniciativa más eficiente, al estilo de Dinamarca. Siendo más una realidad que una utopía, porque abarataría los costes sociables y desaparecerían los gastos vinculados al control de las condiciones por las que recibimos una ayuda del estado.

A su vez, las posturas del decrecentismo económico de la izquierda ecologista, que son rescatadas por las inversoras y administradoras de Silicon Valley, hablan de que la tecnología hará que bajen los precios, el consumo de recursos, las emisiones contaminantes, la necesidad de dinero y que el trabajo tienda a cero.
De hecho, Paul Manson en su libro "Postcapitalismo" relata el colapso del capitalismo y la robotización de los empleos como clave fundamental para la liberalización de las personas del yugo del trabajo, abandonando el capitalismo y yendo a un sistema económico más justo, desde su modo de pensar.
Es entonces cuando me surge la siguiente cuestión: ¿la robotización nos hará más humanos?


A unas cuantas millas, Alaska nos relata que paga un dividendo todos los años a cada ciudadano y ciudadana. Este fondo de inversión se constituyó en 1976 donde las compañías petrolíferas aportan con parte de sus beneficios, por la extracción del mineral líquido de esta región; un recurso no renovable y propiedad de todas las personas alaskeñas. Es un mecanismo de justicia que repercute positivamente en todas las personas de Alaska, por medio de una renta anual universal e inversiones públicas en infraestructuras y servicios. Actualmente el fondo es de 54.000 millones de dólares, cuando empezó a caminar con 750.000 dólares. Año tras año tiene un tipo medio de crecimiento, de al menos el 25%.
El único requisito para cobrarlo, es haber residido durante ese año de manera ininterrumpida.

El premio Nobel de economía Vernon Smith dijo que la manera de proceder de Alaska es "un modelo que los gobiernos de todo el mundo harían bien en imitar",  además los estudios más recientes demuestran que ha servido para reducir la desigualdad de renta. Por lo tanto, el fondo es una herramienta con un papel crucial en la reducción del coeficiente de Gini que profundiza en el análisis de renta per cápita, midiendo la diferencia entre las personas que más tienen y las que menos. Este coeficiente cuanto más se aproxime a cero, la distribución de la riqueza será más uniforme entre la población.

En un mundo donde el club exclusivo de ricos y ricas ven incrementar sus fortunas anualmente y sin respiro, acumulando entre unas pocas personas, la riqueza con la que podrían vivir millones, que intentan sobrevivir por debajo del umbral de la pobreza, da para pensar que algo estamos haciendo mal. No tiene sentido que la pobreza y la riqueza aumenten al unísono, es un despropósito carente de moral y humanidad en un mundo egoísta que crece al ritmo de la especulación y con un coro siniestro que mira hacia otro lado.

A pesar de que el ejemplo de Alaska no es extrapolable al resto del mundo por el origen del fondo y características demográficas, es un ejemplo real para evaluar los efectos beneficiosos de la renta básica universal a gran escala, más allá de las teorías elaboradas por economistas en un despacho.


En el documental "Renta básica ¿una utopía posible?", seese la posibilidad real de su implantación y las razones por la que todavía es un sueño. En efecto, es una solución a la extinción de la clase media, que ya es un hecho.
Albert Wegner, socio del fondo de capital Union Square Ventures, lo ha estudiado minuciosamente y sentencia: “No es una cuestión de capacidad económica, sino de redistribución. 
Y volvemos a partir al punto de partida, si no nos desprendemos del egoísmo, el afán de acumular y de los grilletes de la posesión, no superaremos la infancia emocional, ni creceremos como raza humana, más bien, nos autoextinguiremos.
Hablando a favor de la renta básica universal,  y en contra de los riesgos y miedos que inocula la élite en la sociedad, podemos valernos del testimonio del director de loterías de Austria, Friedrich Stickler, desvela que “La vida de los premiados no cambia sustancialmente aunque saben que tienen la vida resuelta y muchos hacen cosas a las que no se atrevían antes y se convierten en emprendedores muy beneficiosos”.
Pero todavía existe una oposición de izquierda a derecha, porque unos ven su existencia en riesgo y otros contemplan el desincentivo al trabajo. Pero todo se resume en el sudor frío que se genera en algunas personas por la perdida de poder. Primer paso para tener una democracia real y no sólo su nombre.
Sin entrar a detalle, y sumado a los ejemplos anteriormente expuestos, la renta básica universal se ha experimentado en: Canadá, Nueva Jersey, Denver, Seattle, Namibia... demostrando que el empleo y la riqueza crecen, sin peligro a la conversión en una sociedad perezosa.

Renta básica universal es un postulado a tener en cuenta.

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