Se habla despectivamente del populismo dándole una connotación negativa, en cambio su definición dice así: tendencia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo. No es más que
el sistema de gobierno representativo que padecemos que trata de arrancar la gobernanza a los ciudadanas y ciudadanos.
En cambio, si no eres patriota de un modo en concreto, eres un enemigo de la nación o por lo menos mal visto. En fin, existen muchos colores en la paleta y todos ellos integran la nación, aunque las naciones con sus fronteras y
banderas no son más que un artificio cruel y desnaturalizador.
De hecho es un error construir un estado de bienestar apoyándose en la esclavitud, pobreza y miseria de otros. De aquí subyace, de forma más que evidente, la subconsciente existencia de pertenecer a un todo, y lo que uno/a decide o hace en un lugar repercute en otro más lejano e invisible. Somos pobladores y pobladoras de un trozo de roca viva interrelacionada.
El viejo invento de exacerbar y exaltar lo patrio, vuelve a materializarse en la ultraderecha a nivel mundial, como un fantasma que coarta libertades y destruye el sistema que le posibilita tener voz en la sociedad. No es más que chovinismo o patrioterismo con visos fascistas. Se valen del antiguo truco usado por los vendedores de elixires milagrosos en la época del colonialismo del norte del continente americano, para acumular votos. El auge de la otra derecha que está en contra de la derecha, habla de la raza y tiene apoyo popular. Tenemos experiencias y antecedentes históricos donde la masa apoyó con su voto al ascenso al poder de fascistas, como Hitler y Mussolini. Somos capaces de caer en la misma piedra y a veces cuesta reconocer nuestros propios errores. Algo estamos haciendo mal o replicando conductas de riesgo de pasados momentos.
Hace falta más pedagogía y desempolvar los libros de historia de secundaria, y tampoco vendría mal; viajar, relacionarse con otras culturas y escuchar o leer testimonios de las víctimas de los fascismos, imperialismos, colonialismos, regímenes totalitarios y dictatoriales.
Un ejemplo de lo que puede ser el primer paso hacia un régimen antidemocrático, fruto de las políticas ultraderechistas, en el marco transnacional y bajo el paraguas de la globalización, es el Tratado de Libre Comercia de América del Norte (TLCAN firmado por Bush, Mulroney y Salinas) donde la industria del automovil americana salió de Detroit, principalmente, y se asentó en la frontera con México. Esto empobreciendo a las personas trabajadoras de los dos países. Detroit se convirtió en una ciudad devastada por el desempleo y los/as obreros/as mexicanos/as que tienen trabajo en la industria, ganan una miseria. Además el empobreciendo de la región, se acentúa por el efecto llamada de la población campesina. Sumado a la imposibilidad de competir con el maíz y trigo norteamericano. Las zonas rurales se degradan y sufren la despoblación, a su vez las zonas urbanas se masifican y no pueden digerir tal caudal de mano de obra. No hay trabajo precario para todas. México perdió dos millones de campesinos después del TLCAN. Pero a su vez, se le congeló el salario a los obreros/as metalúrgicos norteamericanos/as, porque no pueden competir con el salario de los trabajadores mexicanos. En este contexto parece ser que alguien sí ganó; las grandes empresas bajando los costos de producción.
Es curioso que dónde se originó el maíz, tiene que importarlo de Estados Unidos. Y donde se hizo el primer coche en serie del mundo (un salto exponencial en la industria, economía y sociedad), no lo fabrican.
A los/as ciudadanas/os se les tiene que quedar una sensación profunda de estafa. Este escenario es, a su vez, un caldo de cultivo o cantera para los hipernacionalismos. Que son los mismos que han provocado está situación. Pero saben muy bien esquivar su responsabilidad en este proceso, al echar la culpa a las personas extranjeras y/o migrantes con explicaciones simplistas que calan en la población angustiada por su supervivencia. Un ejemplo es el discurso de Trump sobre la construcción de los muros con México, America first, etcétera. Recordarle a Trump que América, no sólo es el norte.
Señores y señoras, se abre el telón y ...
él que te quita el trabajo está dentro de tu país, no viene de fuera y además le votas. Que junto a sus amigos y amigas de los poderes fácticos, se juntan en el club exclusivo, para decidir sobre nuestro futuro.
¿En qué momento hemos perdido el norte?,
¿Dónde se sitúa el límite de pérdida de dignidad y libertad?
Las personas que manejan, lo deben tener muy bien medido, porque siguen observando desde el Olimpo con tranquilidad.
Haciendo un inciso, este último párrafo lo he escrito desde el enfado al recordar la última vez que escribí sobre este tema y me hackearon el blog, sin que el hospedaje me pudiera dar explicaciones de la brecha de seguridad. Pues sí, ha vuelto el escalón ácido de aquellos años, empujado por la indignación y su derecho a expresarse en libertad.
Volviendo a donde lo dejamos, recalando en las personas refugiadas, Europa se enfrenta a la gran paradoja de haber sido un exportador de migrantes a todo el mundo y ahora les echa, confina eternamente en campos o no les rescata de las aguas del mar Mediterráneo. Cómo el clamor por humanidad es impermeable en muchas conciencias, haría falta hacer algo por justicia historia. Se lo debemos, más aún cuando son movimientos migratorios causados por guerras que sembró occidente.
Nos enfrentamos a la dicotomía de la derecha, su conducta ha generado unos quistes de hipernacionalismos que no sabe reabsorber y la inoperancia fruto de la desunión de la izquierda deja sin freno a la frustración de aquellas clases que ven amasar riqueza sin participar en el reparto. Estos monstruitos conspiran contra el gigantesco movimiento globalizador industrialista postmoderno, él de economía solidaria y sostenible,... Prácticamente, atenta contra todo sistema excepto los totalitaristas. Con este panorama, las republicanas estadunidenses intentan recuperar el voto del colectivo frustrado, Turquía se escora hacia el autoritarismo, siendo Rusia un referente mundial en esta forma de gobernar. Y Europa hace uso de su cintura, para esquivar los fantasmas del pasado. Pero hay que advertir que el fútbol bonito brasileño tiene un plazo corto de caducidad y que el horizonte no es nada halagüeño.
Se enmudecen los tambores triunfalistas del modelo globalizador de las empresas transnacionales y se apaga la luz de las antorchas humanistas, ecologistas y solidarias.
Es como ir por el bosque y percatarse que el canto de los pájaros ha cesado en algún momento sin darnos cuenta.
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