ALMAS ENTRELAZADAS POR LA ETERNIDAD

 


Transitando de la noche al día,

nuestros cuerpos entrelazados como la hiedra,

dos piezas de un mismo puzzle que se unen,

rocío en nuestra piel,

gemidos que sustituyen al piar del sol,

calor,

silencio,

bailando al ritmo del latir de la Tierra,

nos arqueamos, las cordilleras se alzan en el altiplano,

la luz inunda la habitación,

lleno de tí,

llena de mí,

nuestros cuerpos no pueden contener tanto amor.

Incandescentes, abrimos los párpados,

para percatarnos que no es un sueño,

sino la expresión de plena felicidad que se refleja en nuestros rostros.

Piel con piel, nuestro estado natural.

Cada célula susurra a la otra; los versos de vidas pasadas,

donde reconocen su unión y gozo,

sintiendo con intensidad, la eternidad de dos almas anudadas por un hilo rojo.



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