A pesar de la reforma del Impuesto Sociedades (IS), es insuficiente, como ha sucedido con el Ingreso Mínimo Vital(IMV). Parece vislumbrarse un cambio en la política económica, que necesita verse reforzada por un acuerdo global internacional, o al menos europeo, contra la ingeniería fiscal para eludir las obligaciones de tributación, y por lo tanto, convertirse en un defraudador legal e impune, mientras el grueso de la carga impositiva recae en las personas asalariada con rentas bajas y medias.
10 años después, de la crisis creada por la voracidad y avaricia de un mercado financiero ruin y especulador, no se han recuperado los niveles de recaudación pre-crisis. Mientras el resultado contable de las empresas se ha incrementado un 34% desde la crisis financiera hasta 2018, el impuesto recaudado ha caído un 56%.
Me produce estupor y me siento estafado.
¿Cómo se explica?
Fácil, las grandes multinacionales trasladan beneficios desde países como España, con tributaciones normales, hacia países como Luxemburgo, Holanda, Hong Kong British Virgin Islands, Bermuda, Singapur, Islas Caimán, Suiza, Irlanda y Mauricio, a través de empresas pantalla sin actividad económica, con el fin de reducir la tributación.
Inversiones o transferencias de capital fantasmas que se realizan, principalmente, por medio de tres técnicas:
1. La modificación de los precios internos entre filiales del mismo grupo para que el beneficio declarado en en el país sea muy pequeño y consecuentemente su tributación.
2. Las multinacionales manipulan los precios a los que se prestan dinero entre filiales, reduciendo así el beneficio en países con tributación normal.
3. Las multinacionales mueven sus activos intangibles (marcas, logos, algoritmos,…) a países de baja tributación. Así, las filiales en países con tributación normal, pagan miles de millones de dólares en concepto de royalties a sus filiales en paraísos fiscales, aunque esos beneficios hayan sido generados en países con tributación normal.
Por lo tanto, la palabra Bermuda, no sólo produce un sentimiento agradable a quien piensa en playas paradisíacas, sol, calor, vacaciones... también es un una fuente infinita de alegría para las empresas multinacionales que ven en sus cuentas un tipo impositivo del 0%, empobrecimiento el lugar donde obtiene beneficios, como si de un parásito se tratase.
En resumen, est@s tip@s egoist@s y avar@s escondid@s detrás de sus mesas de despachos y disfrazados de ciudadan@s, practican el cruel deporte de ingeniería fiscal para dar un resultado manipulado e irreal, en sus cuentas, y de este modo pagar muchos menos impuestos en los países donde hacen negocio a nuestra costa.
Si esto no fuese poco, es curioso observar en España que las empresas han incrementado su beneficio en un 34% desde la crisis financiera hasta 2018, y el impuesto recaudado ha caído un 56%. Este desplome entre beneficios y recaudación se explica producto de la reforma que el PP implementó en 2015, introduciendo buen elemento clave que es el incremento de la capacidad para declarar rentas exentas por doble imposición, lo que facilitó la diferencia entre lo obtenido como beneficio y lo que se recauda. Por supuesto, estos cambios normativos afectaron principalmente a las grandes empresas.
Por ello las medidas implementadas respecto al IS en el proyecto de PGE 2021 son muy importantes, porque van dirigidas precisamente a intentar revertir esta última reforma, y reducir la capacidad de las grandes empresas para declarar rentas traídas del exterior como exentas.
El camino es largo respecto al impuesto de sociedades, dado que los esfuerzos nacionales deben ir en paralelo a una legislación internacional que no deje escapar a las grandes multinacionales de su deber de tributar lo que les correspondería. A nivel mundial la pandemia del covid-19 ha generado un incremento espectacular de los beneficios de los gigantes digitales. Concentrado los beneficios en unos pocos sectores y sin una
tributación justa, necesaria para solventar los incrementos de la desigualdad y la reconstrucción.
Por ejemplo, Amazon ha incrementado tanto sus beneficios durante la pandemia, que su propietario, Jeff Bezos, podría haber repartido un bonus de 100.000 dólares a sus más de 700.000 empleados en el mundo, según Oxfam, y seguir siendo igual de rico que antes del inicio de la crisis, en marzo de 2020.
Existe la necesidad imperiosa de reducir este déficit impositivo de las grandes corporaciones, esto es, establecer mínimos de tributación nacional de forma que, si las multinacionales españolas no pagan suficiente en el extranjero, lo paguen en España. De esta forma los países europeos harían tributar a sus empresas por el beneficio generado, artificialmente, en países que actúan de paraíso fiscal.
Plasmandolo en un ejemplo:
Si una multinacional española que obtiene 2.000 millones de beneficios en Irlanda al 10%, debería tributar en España por 2.000 al 15%, que es la diferencia hasta llegar al tipo en España, del 25%. Es decir, España podría imponer impuestos correctores de forma que las multinacionales españolas tengan un tipo efectivo del 25% en todos los territorios donde operan. Si un país, por ejemplo Suiza, se niega a grabar a sus grandes compañías, por ejemplo Nestlé, los demás países deberían recaudar aquello que Suiza se niegue a recaudar.
No es una medida alocada sin visos de practicidad. Actualmente, los 44 estados en Estados Unidos tienen un impuesto de sociedades adicional al federal, que calcula cuánto tienen que pagar las corporaciones en sus estados, estimando la proporción de ventas realizadas en su territorio. Y las compañías tributan por ello.
El Impuesto de Sociedades en España debe ser reformado en profundidad para que responda a la realidad productiva y recupere su capacidad recaudatoria. Los PGE 2021 revierten la tendencia, pero sin la coordinación internacional, es fácil la fuga, incumpliendo las obligaciones fiscales por un fiel sistema que blanquea sus comportamientos y valida su actitud, perjudicando al grueso de la sociedad.
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