INGRESO MÍNIMO VITAL INEFICAZ

A pesar de que el  Ingreso Mínimo Vital(IMV)  es una medida que no  remedia las consecuencias dramáticas y crueles de un sistema neoliberal patrocinado por la dictadura de los mercados financieros, es un primer paso para alcanzar la Renta Básica Universal.

No pensemos que su implantación ha sido  un acto altruista o de  bondad,  era un deber pendiente porque lo exigía el pilar social europeo que determina: "toda persona que carezca de recursos suficientes, tiene derecho a unas prestaciones de renta mínima  que garanticen una vida digna, a lo largo de todas las etapas de la vida".

España destacaba en el ranking europeo por los niveles de pobreza y exclusión social de su población, y esto, antes de la pandemia por covid-19. La situación actual, es severamente peor.

La parte positiva del IMV, es que es un derecho subjetivo incorporado al catálogo de prestaciones no contributivas de la seguridad social y qué es compatible con las rentas de trabajo, salvando el escollo de otras prestaciones asistenciales que no fomentan la inserción.

Los inconvenientes tienen que ver con el acceso a la ayuda a los más desprotegidos. Un colectivo invisible, que por no cumplir las complejas condiciones fijadas o por no contar con los recursos materiales o personales suficientes para salvar la terrible y compleja montaña de burocracia, quedan fuera injustamente. Situación que se evidencia en el dato de que sólo el 1% de los potenciales beneficiarios ha accedido al programa, tras 5 meses. Otro aspecto a corregir es que se margina  a una clase media baja y no tan baja que a pesar de estar pasando apuros económicos y soportar la mayor parte del peso de la recaudación de un sistema tributario injusto, no tiene posibilidad de acceder al IMV, por la estrechez de sus tramos.

Al mismo tiempo, analizando la medida desde una perspectiva de costes, es como una tubería llena de fugas, con un uso ineficiente de los recursos públicos. El programa se sustenta sobre la desconfianza y gasta más recursos en perseguir posibles abusos que en el gasto  que puedan suponer. A su vez, los servicios sociales se saturan por labores de control, desatendiendo las funciones para las que nacieron, con un coste de oportunidad tremendamente caro. Por supuesto, también debemos tener en cuenta el coste de tramitación, cotejo de documentación y resolución.

Por tanto la Renta Básica Universal es la solución a los inconvenientes anteriormente mencionados. Hay prejuicios  falsamente fundamentados en estos programas, cuando son más dinámicos de lo que se dice. Así, lo avalan las experiencias disponibles, dónde se concluye que:

- no hay efectos negativos en la búsqueda de empleo.

- hay un leve aumento del emprendimiento.

- una reducción  del tiempo de trabajo, aumentando el tiempo dedicado al cuidado intrafamiliar, voluntariado o actividades artísticas y deportivas.

Las consecuencias no sólo se quedan aquí, profundizan en el bienestar social y empapan positivamente a otros estratos de la sociedad, reduciendo costes indirectos  y maximizando la productividad de servicios prestados  por el Estado. El descenso en los niveles de pobreza; mejora la salud mental en los participantes, disminuye el gasto sanitario, reduce el absentismo y abandono escolar, y descenciende los índices de delincuencia. La suma de estos costes asociados, es muy superior a una Renta Básica  Universal. Por otro lado, el desahogo en estos servicios públicos, genera una mejora en el bienestar y cohesión social, pudiendo hacerse cargo de las tareas para las que nacieron.

Para consolidar la evidencia, podemos consultar la reciente experiencia finlandesa dónde muy lejos de fomentar conductas pasivas, ha estimulado la economía y el empleo, de forma leve,  pero positiva.

La Renta Básica Universal debe ser un derecho para toda la ciudadanía, de forma transversal y sin distinción de clases sociales, cómo lo es  la educación y la sanidad. Son derechos básicos asegurados para  todxs, financiados por medio de los impuestos.

De aquí, deriva la reestructuración de un sistema tributario injusto, eliminando  o no posibilitando las salvaguardas legales(paraísos fiscales),  implantando un impuesto de transmisiones financieras que no deje escapar de su influencia  al:  mercado de divisas, de derivados y  de transmisiones de alta frecuencia. Un sistema justo y solidario que no  grabe  desproporcionadamente sobre el trabajo asalariado y que no deje escapar aquellas personas  jurídicas transnacionales, qué obtienen descaradas ganancias, pero no devuelven una parte justa del pastel. Hacer negocio es licito,  siempre y cuando, aceptes las reglas del juego, que son revertir a la sociedad de la que te beneficias.

Concluyendo, no sólo es posible la implantación de una Renta Básica Universal, sino necesaria. Posibilitando la coordinación con las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y Tercer Sector. Es una medida transversal que no pertenece a ningún espectro ideológico, simplemente por las evidencias y desde una postura  humanamente inteligente, no cabría excusa para su implantación.

Ya es imparable, ahora o después se materializará.

RECOGIDA DE FIRMAS PARA LA INICIATIVA CIUDADANA EUROPEA (ICE) SOBRE RENTA BÁSICA UNIVERSAL

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